domingo, 18 de agosto de 2024

traspasando el Legado Leproso II

 

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Culminado el Sudamericano 1945, el 28 de febrero, para la prensa porteña era ya un hecho la transferencia del mejor centre half del país a River Plate. Ángel Perucca recibió, una y otra vez, tentadoras ofertas para trasladarse a Buenos Aires. Pero el dinero no era lo único que lo motivaba para salir a los campos deportivos a defender los prestigios Rojinegros de Newell’s Old Boys. Siendo una figura consagrada, se jugó una carta Gracias a la Población Leprosa que colaboró, que dejó pasmado a los porteños y atónitos a los operadores locales.

Lentamente el negocio fue fragmentando todo a su paso, hasta destruir un deporte como el Fútbol. Por dinero se justifican fracasos. Por dinero nos maniobran en operaciones viles. Por dinero brotan tilingos y mentirosos disfrazados de ‘periodistas deportivos‘. Por dinero se instalan curros. Por dinero te quieren mero ‘consumidor‘ de espectáculos deportivos. ¿Qué será esto último? Una persona espectadora, repetidora de mentiras, engañada, totalmente ajena a las mesas donde se toman decisiones, excluida de las organizaciones colectivas que definen escenarios. Tal vez sea eso. Por dinero devoran el sentimiento sportivo que aún no se apagó en Argentina. En aquellos días de marzo de 1945, aún quedaban resabios del amateurismo que había florecido en el país. Amataurismo que fue devorado por el profesionalismo rapaz de los años 1930 y 1940. Hasta ir diluyendo el deporte con los años, para transformarlo en la mediocridad corporativa instalada a partir de los años 1950.

En 1945 Ángel Perucca dejó grabado a fuego el sentimiento Leproso que marca la diferencia entre ser una Gloria Deportiva Rojinegra o ser un mercader olvidado por un puñado de monedas. Tanto impactó la decisión y justificación de El Portón de América, que la revista El Gráfico tuvo que explicarle a la afición porteña porqué Perucca se quedaba en Newell’s Old Boys:

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